noviembre 20, 2014

Como los eclipses...

  Espera paciente cada noche, en la bruma de la oscuridad a que él cierre sus ojos, y allí pegada a su cuerpo, le susurra al oído las palabras mas bellas jamás escuchadas, quizás sin sentido para nadie, un lenguaje que solo los que poseen el arte de escuchar a millas los latidos del corazón pueden susurrar, palabras sin nombre, palabras con la voz de un sonido que no se percibe con los oídos, con un sonido que solamente se percibe por los poros de la piel.
 En ese pequeño y eterno instante, da igual quien es ella, da igual que es él, no tienen nombre, solo son dos almas, la de él que duerme y sueña con pasajes pasados, presentes o futuros, ajeno  al roce de la piel de esa mujer que cada noche le susurra.
 La de ella, que se duerme alerta, para que si él  despierta, desaparecer en la oscuridad antes de que abra los ojos.
Es como la historia de un eclipse que se rozan sin verse, que se ven sin saberse, que se sienten y se alejan, que se unen y se vierten en el instante de máxima oscuridad.
***La Guardiana Del Oráculo***

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