El era el poeta de la medianoche.
Ella hechizada por sus versos, en la ténue luz de aquel local se dejaba llevar por sus instintos noche tras noche hacía aquel rincón dónde se sentaba siempre en el mismo lugar para escuchar atenta el recitar de los versos del poeta de la medianoche.
Ella, hechicera del silencio, sabía que aquel poeta recitaba aquellos versos a sus musas, hoy era a luna, mañana a la bruma y ayer a la mujer-fatal del 5ºA.
Más tarde, en la oscuridad de su cuarto, imaginaba al poeta de la medianoche, desnudo, al otro lado de la cama susurrando con los dedos en su espalda los versos que a la noche siguiente recitaría para ella, hechicera del silencio.
...Pero su almohada amanecer tras amanecer despertaba humedecida por las lágrimas que descendian imparables por los versos que sabía robaba en la sombra de aquel rincón, ella nunca sería la musa de aquel poeta..
alas de vida
8 comentarios:
Tal vez, sólo tal vez, ella se ha equivocado de poeta...
Un beso
Nunca hay que desesperar. A veces las lágrimas que descienden imparables, se convierten en ríos de esperanza y la musa en anhelos deseados.
Besos...
Nunca es mucho tiempo...
Besos.
Pasando a saludarte, te dejo un abrazo
A partir de una lágrima, puede nacer una ilusión.
Gracias por tu visita, la danza de tu alma es contagiosa.
Abrazos,
Quizás, tal vez, puede ser..BúHO..pero no hay equivocaciones en el sentir, si no más bien en lo que hacemos con lo que sentimos...besos.
Quien sabe PRAXIS, lo que los ríos traenrán con sus corrientes...los anhelos unas veces llegan, otras no, la esperanza a través del tiempo tiene la única respuesta. Besos.
Nunca es mucho tiempo, JUANMA, pero a veces es la única respuesta. Besos.
Gracias RELAX, recibe otro abrazo abrazado al tuyo, besos.
Gracias CATALINA, eso deseo que las lágrimas traigan ilusiones consigo..besos
En la penumbra del rincón, protegida tras la pantalla, Penélope tejía su propia historia, con los hilos de las narraciones de los caminantes que se abrigaban en su hogar.
Temerosa de los hombres, ocultaba con orgullo las lágrimas que nacian de su miedo. Miedo de reonocer su pérdida, miedo de reconocer su error, miedo de hallar su confianza rota, traicionada. Miedo de confiar su decepción.
Y así, tejiendo, tejiendo, confeccionó un manto de ficción, para cubrir la realidad de su propio abandono. Y enalteció su nombre, alabando la cuna de su marido, y tejió para el un mito. Él pasó a la historia y ella vivió con nobleza el resto de sus días.
Así se escribieron los versos, que rapsodas ignorantes recitan treinta siglos después, con la misma convicción como los dictó ella al poeta.
Porque aunque sean con lágrimas, los versos los dictan las musas.
Un saludo!
Un hombre sale de viaje, otro es el que regresa
ULYSSE sin palabras me has dejado, pero sobra decir que no hacen falta, tu historia las contiene todas, y mi silencio se entrelaza con ellas para aunque sea con lágrimas seguir danzando con mis letras...besos
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