abril 30, 2017

Me escondí y cerré las puertas de mi casa,
conmigo dentro,
escondí las llaves en algún lugar que ya no recuerdo,
me acurruqué en el lugar más escondido y oscuro de aquella habitación,
el mundo de fuera me dolía demasiado,
las voces me resultaban demasiado fuertes,
los ojos perdidos de la gente me llevaban a campos de exterminios,
el corazón lastimoso me palpitaba lento,
no podía seguir habitando esa locura,
y me encerré en la mia propia,
dándome cuenta que dentro mio había a la par,
aquellas voces que en mi soledad, gritaban aún mas fuerte,
que mi mirada se perdía
y que mi propio campo de exterminio era yo conmigo misma.
Me que dé sin saber dónde ir,
dentro y fuera era mi tortura,
había perdido incluso la fe,
esa fe de años compartida con mis propias certezas,
una fe perdida es como perderse en el desierto, sin agua, y sin la esperanza de encontrarla,
viendo a veces, visiones,
que parece te vienen a rescatar,
pero que no son mas, que tu propia locura,
la fe y la certeza que disiparon en la arena del desierto.
Sólo te cabe una pequeña grieta de ser bondadosa conmigo misma,
y saberme que en algún lugar, pese a la aridez del momento,
habita un oasis,
que la fe y la ceeteza perdidas,
causalizarán un encuentro,
dónde encontrar el oasis, o el oasis se formará ante mi,

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