junio 24, 2017

Se ahogó en palabras... Atiborró tantos decires ajenos que olvidó su propia voz. Demasiadas enseñanzas externas que terminaron mareandola, ya no sabía si era o fue, si lo que hacía era producto de un designio propio. Al principio de su búsqueda, se sintió nutrida, pero ahora demasiado llena, tanto que iba a explotar. El alimento se hecha a perder cuando sus vitaminas no llegan a asimilarse. A menudo experimentaba tristeza, ¿cómo era posible, si su intención de ser mejor debía mantenerla feliz? ¿Acaso había equivocado el camino?
Cierto día, al abrir los ojos por la mañana, empezó a entender. Su casa atiborrada de esos libros que enseñan a vivir, decoraban la gran biblioteca. Los miró con cariño, sabiendo que ellos fueron el puntapié inicial para conocerse, pero luego su adicción. Toda la casa estaba inundada desde hacía años, hasta que unos meses atrás empezó a inundarse ella. Era tiempo de seguir las enseñanzas de las propias acciones, reflejarse en el espejo de sus relaciones, caer y volver a levantarse. Caminar sin apoyos, encontrar magia en lo cotidiano. Usar sus propias piernas, dejar de imitar, de intentar ser. Crear sus propias reglas, hacer lo que se siente, dejar de querer encajar. Cultivar su propia tierra, encontrar su templo interno, respetar sus ciclos, hacer silencio.

Miércoles, 21 de junio de 2017. Emergió y respiró

ƝƛƬƛtexto de natalia Lewitan

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